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    22 de julio

    • Foto del escritor: Andrea Castillo
      Andrea Castillo
    • 24 abr 2019
    • 3 Min. de lectura

    Actualizado: 7 oct 2019



    Imagínate que en un campamento alguien empiece a disparar con odio a toda persona que pase por su camino y mate a tu hijo, a tu mejor amigo o incluso a tu hermano. Por más descabellado o violento que suene, esto sucedió en Noruega, uno de los países con menos índices de violencia en el mundo.


    El director Paul Greengrass, recreó este drama que pasó un “22 de julio” y es por ello el título de la película. Empieza con dos ataques que preparó un joven neonazi, Anders Behring Breivik. El primer atentado colocó en una camioneta explosivos cerca del despacho del primer ministro Jens Stoltenberg. Minutos después se hizo pasar por policía para que lo dejaran pasar a un campamento veraniego de formación política, para luego empezar a disparar a los estudiantes que eran de diferentes razas, religiones o culturas.


    En total fueron 77 muertos y 319 heridos. Entre los heridos se encuentra Viljar Hanssen, quien se queda con serias secuelas tras recibir varios balazos y en la película se convierte en el protagonista de la historia al declarar los hechos que ocurrieron ese día.

    La intención del director es homenajear a las víctimas y recordar la dimensión de esta tragedia. El dolor que vivió ese país y sobre todo cada familia uno lo puede sentir en esta cinta de dos horas.




    La mayor parte de la película se centra durante el juicio. Ahí mismo el asesino dio muestra de su egocentrismo, altivez y sin gota de arrepentimiento. Expresó no sentirse responsable de la matanza porque en ocasiones es necesario cometer una catástrofe para frenar otra aún mayor. Incluso se disculpó ante otros militantes nacionalistas por no haber matado a más personas. Él no tenía ningún trastorno grave, su único problema era su ideología extremista.


    Éticamente y moralmente matar siempre será un mal mayor, algo que no se puede justificar por ningún medio. La xenofobia, racismo, odio y nacionalismo extremista se viven en todo el mundo y las problemáticas que expone la cinta no sólo continúan vigentes sino, que han incrementado. Cada año en cualquier país se muestran noticias de atentados contra personas inocentes. Estos problemas lesionan gravemente la convivencia ciudadana.


    Vivimos en un mundo globalizado, en el cual la migración se ha hecho cada vez más popular porque las personas buscan un mejor futuro. Es cierto que muchos migrantes llegan sin nada material, pero aseguro que lo único que les falta a ellos es la dignidad y como sociedad es nuestro deber ayudarlos a construirla nuevamente. Hay que integrarlos a la sociedad, dignificarlos y no darles la espalda. Existen falsas ideas que dificultan este proceso y que pueden hacer imposible su integración social, quebrando los Derechos Humanos.


    La migración es un fenómeno que se ha vivido durante toda la historia de la humanidad pero estas ideologías solo la ven como algo malo y negativo. La migración nunca acabará, incluso estamos en un momento que aumentará y considero que debemos aceptar el hecho de que las culturas se mezclaran en algún punto y seremos una sola cultura, una sola sociedad.


    Los ideales racistas y xenofóbicos ya no se expresan a escondidas o en el anonimato, sino que abiertamente y con orgullo. No hay que normalizar el odio, porque si eso sucede las consecuencias para la sociedad serán peores de lo que pasó un 22 de julio.


    La violencia se normaliza desde los videojuegos


    Cuando le preguntaron por la preparación de este atentado el afirmó que su entrenamiento consistió en jugar religiosamente por un año entero videojuegos de guerra. La juventud de ahora normaliza la violencia, no sabe diferenciar entre el mundo real y el mundo detrás de la pantalla.


    Con estos videojuegos cualquier persona que los juegue (pero los niños siempre serán los más vulnerables) tendrán pensamientos o sentimientos violentos y agresivos. Incluso esta película debería estar restringida para menores de edad, porque pueden tener un pensamiento igual al del asesino y esto les ayudará a tomar ideas o involucrarlos en el tema.



    Anders fue condenado a 21 años de cárcel prorrogables hasta que las autoridades consideren que ya no será un peligro para la sociedad. Las únicas palabras que me asustan fue cuando Breivik aseguró que había más personas como el por todo el mundo planeado nuevos ataques. Pero creo que hay más personas que lucharán por un mundo sin odio y sin rencor.

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